“Cuando el fútbol se convierte en algo injusto” Por Miguel Morilla
Desde que a mi padre se le ocurrió la feliz idea de llevarme a ver a su Sevilla, al Estadio de sus amores, yo empecé a paladear lo que era eso: el fútbol en vivo. Yo, niño de pueblo, niño de calle; escolar de colegio de leche en polvo, de enciclopedia Álvarez; de botas de fútbol de goma, de balón desinflado, de partido en una "era"…, empecé a vivir el sevillismo. Recuerdo a Campanal, a Achúcarro, a Berruezo, a tantos y tantos otros. Pero la adrenalina se me disparaba con los temperamentales, con los que parecía irles la vida en aquello: Enrique Lora, Pablo Blanco, Juan Carlos Álvarez, … y Manolo Jiménez. Recuerdo a este magnífico lateral en sus marcajes, sus atrevidas subidas más allá de donde sus responsabilidades espaciales llegaban. Todo tesón, sacrificio, pundonor, coraje, garra… Parece que el autor del himno del Sevilla compuso la letra después de ver un partido donde Jiménez aburría por enésima vez al extremo de turno.
Y mira por donde que tengo la fortuna, ya en la Escuela de Entrenadores y siendo yo profesor (estatus atrevido), de tener a Manolo Jiménez de alumno. Cuando lo vi allí sentado por primera vez, me recorrió por todo el cuerpo una sacudida picoórgáinica: El tanta veces aplaudido por mí, allí, en mi clase, esperando recibir adiestramiento psicológico aplicado para transmitirlo, llegado el caso, a los jugadores que tuviera a su cargo en un futuro; todo un privilegio para mí.
Manolo fue un alumno ejemplar. Disfruté de él dos años, y lo animé a que completará estudios deportivos-futbolísticos realizando el nivel máximo federativo. Y lo consiguió, con soltura, con suficiencia, tal y como realizaba sus cortes, sus desvíos, sus interceptaciones. Para mí fue un ejemplo como jugador, fue un ejemplo como alumno, fue y es un ejemplo como persona.
Las circunstancias de la vida hicieron que coincidiéramos en el Club, en nuestro Club। Yo con la dirección del Grupo de psicólogos, él como máximo dirigente del Sevilla AT.Por cierto, campañas memorables las realizadas por él.
Y llegó al Primer Equipo, estaba cantado (cuantas veces se lo predije, aunque no era difícil el vaticinio)। Llegó en las circunstancias que llegó, después de una trayectoria deportiva del Equipo exitosa, inmaculada, excepcional. Pero, en aquel momento, con una dirección deportiva que cesa, o que quiere cesar buscando lares más cálidos (al menos en lo monetario); con unos ánimos todavía bajos (por mor de alguien que él quería mucho y que los designios de la vida quiso separarlo de todos nosotros). Pero ahí estaba Manolo Jiménez dispuesto a medirse al más rápido, al más incisivo: Gran reto
Pero curiosamente (“el fútbol es así”, que diría el otro), lejos de encontrar la comprensión y el margen de confianza lógico y necesario, encuentra la crítica feroz, y no de los sevillistas de verdad, sino de aquellos que se consideran poseedores de la verdad aunque sus postulados sean absolutamente inconsistentes (entiéndase periodistas).
Criticar es fácil, ser buen general después de la batalla, también; hablar, mediar, influir desde un medio es amplificar hasta lo infinito lo que posiblemente debiera ser cribado por el filtro de la decencia, de la ética, y de la verdad.
Pero ahí estamos, nuestro Manolo Jiménez haciendo una campaña que ya le gustaría firmar a entrenadores de equipos champion-europeos, consiguiendo números que darían caché a cualquier calientabanquillo; pero todo esto queda ensombrecido por los obsesivos críticos-cometarios de quienes tienen como gran arma su micrófono, su audiencia, su “verdad”, y sobre todo su asegurado “no derecho a replica”; así es fácil!!
Los que conocemos bien a Manolo Jiménez sabemos que le sobran fuerzas, energías, convicción, motivaciones, “amorespropios” y cariños a su Club para no claudicar, para no debilitarse. Y no lo va a hacer porque sabe que lo necesitamos, que el Sevilla quiere a iconos como él, a técnicos que miren más por su escudo que por ellos mismos incluso.
Decía “nosequién” que a los Clubes los hacen grandes las personas que han pertenecido a ellos. Manolo ha contribuido a hacer el Sevilla como es, Club luchador, apasionado, emocional; GRANDE.
Sigue así Manolo, tu ejemplo es nuestro espejo, tu coraje es nuestro lema, tu pasión será siempre… la Nuestra.
Siempre contigo!!
Desde que a mi padre se le ocurrió la feliz idea de llevarme a ver a su Sevilla, al Estadio de sus amores, yo empecé a paladear lo que era eso: el fútbol en vivo. Yo, niño de pueblo, niño de calle; escolar de colegio de leche en polvo, de enciclopedia Álvarez; de botas de fútbol de goma, de balón desinflado, de partido en una "era"…, empecé a vivir el sevillismo. Recuerdo a Campanal, a Achúcarro, a Berruezo, a tantos y tantos otros. Pero la adrenalina se me disparaba con los temperamentales, con los que parecía irles la vida en aquello: Enrique Lora, Pablo Blanco, Juan Carlos Álvarez, … y Manolo Jiménez. Recuerdo a este magnífico lateral en sus marcajes, sus atrevidas subidas más allá de donde sus responsabilidades espaciales llegaban. Todo tesón, sacrificio, pundonor, coraje, garra… Parece que el autor del himno del Sevilla compuso la letra después de ver un partido donde Jiménez aburría por enésima vez al extremo de turno.
Y mira por donde que tengo la fortuna, ya en la Escuela de Entrenadores y siendo yo profesor (estatus atrevido), de tener a Manolo Jiménez de alumno. Cuando lo vi allí sentado por primera vez, me recorrió por todo el cuerpo una sacudida picoórgáinica: El tanta veces aplaudido por mí, allí, en mi clase, esperando recibir adiestramiento psicológico aplicado para transmitirlo, llegado el caso, a los jugadores que tuviera a su cargo en un futuro; todo un privilegio para mí.
Manolo fue un alumno ejemplar. Disfruté de él dos años, y lo animé a que completará estudios deportivos-futbolísticos realizando el nivel máximo federativo. Y lo consiguió, con soltura, con suficiencia, tal y como realizaba sus cortes, sus desvíos, sus interceptaciones. Para mí fue un ejemplo como jugador, fue un ejemplo como alumno, fue y es un ejemplo como persona.
Las circunstancias de la vida hicieron que coincidiéramos en el Club, en nuestro Club। Yo con la dirección del Grupo de psicólogos, él como máximo dirigente del Sevilla AT.Por cierto, campañas memorables las realizadas por él.
Y llegó al Primer Equipo, estaba cantado (cuantas veces se lo predije, aunque no era difícil el vaticinio)। Llegó en las circunstancias que llegó, después de una trayectoria deportiva del Equipo exitosa, inmaculada, excepcional. Pero, en aquel momento, con una dirección deportiva que cesa, o que quiere cesar buscando lares más cálidos (al menos en lo monetario); con unos ánimos todavía bajos (por mor de alguien que él quería mucho y que los designios de la vida quiso separarlo de todos nosotros). Pero ahí estaba Manolo Jiménez dispuesto a medirse al más rápido, al más incisivo: Gran reto
Pero curiosamente (“el fútbol es así”, que diría el otro), lejos de encontrar la comprensión y el margen de confianza lógico y necesario, encuentra la crítica feroz, y no de los sevillistas de verdad, sino de aquellos que se consideran poseedores de la verdad aunque sus postulados sean absolutamente inconsistentes (entiéndase periodistas).
Criticar es fácil, ser buen general después de la batalla, también; hablar, mediar, influir desde un medio es amplificar hasta lo infinito lo que posiblemente debiera ser cribado por el filtro de la decencia, de la ética, y de la verdad.
Pero ahí estamos, nuestro Manolo Jiménez haciendo una campaña que ya le gustaría firmar a entrenadores de equipos champion-europeos, consiguiendo números que darían caché a cualquier calientabanquillo; pero todo esto queda ensombrecido por los obsesivos críticos-cometarios de quienes tienen como gran arma su micrófono, su audiencia, su “verdad”, y sobre todo su asegurado “no derecho a replica”; así es fácil!!
Los que conocemos bien a Manolo Jiménez sabemos que le sobran fuerzas, energías, convicción, motivaciones, “amorespropios” y cariños a su Club para no claudicar, para no debilitarse. Y no lo va a hacer porque sabe que lo necesitamos, que el Sevilla quiere a iconos como él, a técnicos que miren más por su escudo que por ellos mismos incluso.
Decía “nosequién” que a los Clubes los hacen grandes las personas que han pertenecido a ellos. Manolo ha contribuido a hacer el Sevilla como es, Club luchador, apasionado, emocional; GRANDE.
Sigue así Manolo, tu ejemplo es nuestro espejo, tu coraje es nuestro lema, tu pasión será siempre… la Nuestra.
Siempre contigo!!